La verdad
—No pretendo que se lo digamos, no quiero que nada nos afecte, te lo ruego.
— Alice, entiende que necesito hacerlo.
Confundidos, asustados, ansiosos, solo podía pensar en esas palabras para poder describir lo que mi corazon sentía al oírlo. Sabía que me encontraba completamente enamorada de él, pero mi miedo iba enfocado en la manera que habíamos iniciado las cosas, yo solo quería cuidarlo y cuidar mi corazón. El siguiente paso era hablarlo con mi madre, aquella pequeña señora que siempre había velado por mi bienestar.
Entonces llegamos, después de un largo viaje descargamos las maletas y el uber nos llevó hasta nuestro hotel en la Pl. del Emperador Carlos V, 8 en el centro de Madrid. Desempacamos, nos tomamos una ducha dándonos un poquito de mimo como siempre; no podíamos demorar, habíamos quedado con ella a las 18hrs. él se puso unos vaqueros, un polo negro y una chaqueta de cuerina que le iba tan bien, apenas y pude tragar saliva, las ansias de arrancarle la ropa y que me hiciera el amor nuevamente me traían locas, pero me recompuse, espabile y me acomodé el vestido rosa, super mono que me había comprado, adoraba como se ceñía a mi cuerpo y como manoseaba mi trasero al verme modelarlo delante de él.
En esa misma calle, se encontraba en el primer piso, un pequeño café, nos adentramos y mi madre ya se encontraba muy bien acomodada con la vista hacia la ventana, se puso de pie con una hermosa sonrisa y me acogió en un fuerte y sentido abrazo, a ambos nos dio dos besos, y aunque para mi niño, eso todavía era raro, me sonrió tímido y guiñándole un ojito le aparte la silla para que se sentara a mi diestra.
En un principio yo había creado una escena en mi mente, quería confesarle que estábamos enamorados y que todo inicio viento en popa entre nosotros, una mentirilla quizá podría ocultar el hecho que nos mandamos tremendo escandalo en Corea. Cuando apenas había empezado a narrar mi pequeña mentira, entre torpes palabras y un poco de nerviosismo, mi amor me interrumpió tomándome de la mano y haciéndome una seña para que me callara y lo dejara continuar. Tragué saliva todavía asustada, sin bien era cierto, yo era la mejor actriz para fingir situaciones incluso para decir mentiras muy bien elaboradas, pero si de algo estaba segura es que estaba a lado del chico más honesto del mundo.
—Señora, lo nuestro no fue amor a primera vista, quizá para ninguno de los dos, había una fuerte atracción, sí, pero en el camino descubrimos algo mucho mas grande, nosotros encontramos la amistad. Nos estuvimos engañando por un tiempo y quizá también a nuestro entorno, haciéndoles creer a todos que éramos solo amigos. Nosotros disfrutábamos tanto de nuestra compañía que no queríamos estar separados.
Siempre he sido un hombre coqueto, lo admito, pero pocas veces me gustaba charlar con otras personas, o compartirles de mi vida personal, en realidad hablar de nada, pero con Alice, con su hija, conversar siempre ha sido sencillo; su risa me da alegría, conocer a una mujer bella es una cosa, pero encontrar a tu mejor amiga en la más bella de las mujeres es del todo diferente. Y diré con mis más sentidas disculpas hacía usted, que me hizo falta que alguien apareciera o sentir que la perdía para darme cuenta que no quería que Alice fuera solo mi amiga, quería que fuera mi mujer... quiero que ella sea mi mujer — Finalizó.
De pronto el silencio de mi madre se rompió, soltó un largo suspiro ante tan sinceras palabras y respondió.
—Alice siempre ha sido para su padre y para mi la luz de nuestro ojos, nuestra única hija. Y déjeme decirles que estoy al tanto de aquel escandalo. Sin embargo, es usted muy sabio, o tal vez tiene la rara suerte de entender que la amistad es la mejor base que una relación puede tener. Y aunque las cosas no fueron correctas, admiro mucho su determinación y el amor que profesa por mi hija. Estamos de acuerdo en que continúen saliendo.—
No podía dar crédito de lo que había sido testigo. Y me di cuenta, que muchas veces hablar con la verdad puede ser la mejor de las opciones...

