Bienvenido al mundo mágico
Los días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, la ansiedad se apoderaba todos los días de Alice. Siendo aún pequeña podía comprender todo lo que le venía encima, sobre todo la enorme carga de llevar el apellido Potter. Había realizado todas las compras respectivas en compañía de Albus, su padre, y le hacía mucha ilusión que todo iniciara ya. Es así que al término de las vacaciones, junto a sus primos y sus padres, llegaron minutos antes de las 11am a la plataforma 9 3/4.
Se despidió afectuosamente de ellos, y con Bong-ji entre sus brazos subió al tren. Se acomodó en uno de los asientos y de inmediato una voz la sacó de sus pensamientos, "hola… puedo sentarme?" Se giró y se encontró con el rostro de una niña de cabello rubio y tierna voz, asintió y devolviéndole la sonrisa le ofreció un sapo de chocolate. Aquella niña preciosa, llevaba el nombre de Mia, y solo fue cuestión de segundos para que pudieran entablar una fluida conversación, entre risas chocolate y cotilleo.
Mia todavía desconocía el apellido de Alice, y cuando esta se lo dijo los ojos de la rubita no pudieron evitar observarla sorprendida, todos los niños conocían la historia detrás de aquel apellido, y por algún motivo siempre tenían un "gracias" entre sus palabras después de conocerlo.
Alice intentó hacerla sentir cómoda bromeando sobre la cicatriz que evidentemente ella no tenía, y contándole que lo único que había heredado solo era el tamaño de la frente de su abuelo. Mia venía de una cadena descendiente de la casa de Ravenclaw, por lo que estaba casi segura que su destino sería el mismo, a lo que Alice la persuadió e intentó decirle que le hiciera la petición al sombrero, sobre el lugar que quisiera ir.
Cuando el viaje terminó, ambas se despidieron ansiosas de volver a verse, deseando que tal vez pudieran compartir la misma casa, pero sí de algo estaban seguras era que una amistad ya había iniciado.
